Taller para correctores

La cátedra “José Zacarías Tallet” del Instituto Internacional de Periodismo convoca a su taller mensual para correctores.

Tema: El orden de palabras (2)

Día: 1ro. de febrero  de 2011. Hora: 9.00 a. m.

Lugar: Instituto Internacional de Periodismo “José Martí”

A continuación el material de estudio que los participantes deben estudiar previamente y llevar al taller, así como algunos de los ejercicios que se reslizarán.

Por: Lic. Ela Fernández Bengochea

Sumario: La construcción española: características. El orden de las palabras en la frase. Relación entre coherencia y ordenamiento de las ideas en el texto.

1.- La construcción española: características.

La construcción es la estructura que preside el ordenamiento de las palabras en la frase o sintagma, de los sintagmas en las oraciones, de las oraciones en párrafos o segmentos y de estos, en el discurso cuyo resultado final es el texto.

En latín, la posición de las palabras tenía un significado estilístico más que gramatical, o sea, servía para destacar las palabras o giros de mayor interés, sin variar el sentido de la frase; en el francés moderno, por el contrario, la inversión supone un cambio en el significado o en la función gramatical; el español ocupa una posición intermedia: carece de la absoluta libertad latina, pero no impone un orden riguroso a las palabras. De ahí su tendencia a anteponer la palabra más expresiva y también a invertir los elementos de la frase.

La anteposición más frecuente en nuestra lengua es la del verbo y prácticamente es obligada en las oraciones interrogativas directas; otra obligada es la de la negación, aunque en construcciones perifrásticas pueda usarse entre una y otra forma verbal con carácter estilístico. Ej: El trabajo puede no ser excelente, pero lo parece.

Según Gili y Gaya (cap. VI): “No pocos casos de ambigüedad se deben a construcciones que, por chocar con los esquemas sintácticos habituales en el idioma, resultan poco claras para el que lee o escucha”. Más adelante se refiere al hecho de que en el orden de la frase intervienen otros aspectos expresivos ajenos a las leyes del juicio lógico, ligados a la atención hacia determinados elementos oracionales, a la voluntad de destacar unos y de atenuar otros, de acuerdo con la intención del emisor, a la situación y a su  estilo personal, que conllevan el empleo del orden lineal o del orden envolvente como opciones de expresión.

En español existe el orden lineal (palabra determinada + determinantes, o sea: sustantivo + adjetivo, verbo + adverbio // sujeto + verbo + complementos) y también existe el orden envolvente (determinantes + determinado // complementos antepuestos al verbo e incluso, a la oración // sujetos al final o en el centro del texto). Ambos son potestativos del emisor.

Aunque el orden del español es muy libre,  usamos más unas formas que otras porque algunas nos suenan mal. Ej: Come Juan pan. Pan Juan come. Ese es el único motivo que nos limita, a diferencia de otras lenguas en las que es fijo (inglés, francés) o inverso (ruso, japonés).

En español, el ordenamiento es en forma centrífuga (primero sustantivos y después modificadores); en inglés, es centrípeta.

2.- El orden de las palabras en la  frase puede ser:

¨                  Obligatorio.

¨                  Indistinto.

¨                  Habitual.

¨                  Rítmico.

¨                  Arcaizante.

Obligatorio: artículo + sustantivo // preposición + sustantivo. Ej: El libro de Español.

Indistinto: pronombre + sustantivo o sustantivo + pronombre. Ej: Este hombre / El hombre este.

Habitual:  es el orden lineal; el envolvente es estilístico. En relación con el orden de sustantivo y adjetivo, debe destacarse lo siguiente:

A)                  El adjetivo antepuesto está matizado con subjetividad y valorado por el emisor; por eso no se admite ese orden en el lenguaje científico. Es explicativo y se emplea para adornar.

B)                   El adjetivo pospuesto es especificativo y distintivo.

Esto concuerda con las oraciones subordinadas adjetivas; si son explicativas van entre comas y se pueden omitir sin afectar el contenido esencial del texto. Pero si son especificativas se refieren a todo el contexto y no pueden suprimirse sin incidir en la comprensión del enunciado. Ej: Los estudiantes, que estaban visitando el museo, llegaron tarde a la clase. En ese caso todos los estudiantes llegaron tarde; pero si suprimimos las comas, solo habrán llegado tarde los que estaban en el museo.

Hay dos prohibiciones en la libertad del orden: verbo al final (puede afectar la prosa) y debe evitarse el complemento directo delante del sujeto; si se emplea, hay que hacerlo preceder de preposición a y es por esta causa que el idioma ha extendido el empleo de la preposición a con complemento acusativo, no solo cuando se trata de personas, sino siempre que es lógicamente posible confundir el complemento con el sujeto de la oración.

Ej: El arenal desvió la corriente. (Aquí el sujeto es el arenal y el CD, la corriente)

La corriente desvió el arenal (Aquí el sujeto es la corriente y el CD, el arenal)

El arenal desvió a la corriente. (Aquí el sujeto es el arenal; pero usamos la preposición a para enfatizar el CD, de modo que no queden dudas sobre el sujeto)

Hay otras limitaciones de orden semántico como: hombre pobre y pobre hombre; vieja maestra y maestra vieja; cierta idea e idea cierta, vieja coqueta y coqueta vieja, etc.

Rítmico: se trata de buscar la musicalidad y el ritmo, alterando el orden lineal, recto y lógico.  Es propio de la poesía; pero resulta interesante profundizar sobre su uso en la prosa.

La cadena fónica prosaria o sucesión de unidades sonoras (fonemas, sílabas, palabras, frases) es irregular. Esos eslabones se combinan libremente; su acento y entonación son diversos y, por lo general, tienen un número irregular por eslabones o grupos melódicos porque, donde hay regularidad es en el verso.

En la prosa, la entonación y el ritmo son fundamentales. Entonación es la curva melódica que la voz describe cuando lee o habla; está ligada con el tono que depende de la frecuencia de vibraciones de las cuerdas vocales (+ vibraciones, + agudo el tono). El tono se manifiesta mediante la curva melódica que está determinada por las pausas, por la tensión de la frase y por el tono más bajo o distensión.

El grupo fónico es  el conjunto significativo de unidades sonoras que emite el hablante entre dos pausas y constituye una unidad melódica, por lo que a la hora de construir un texto hay que combinarlos de acuerdo con algunos principios, a saber:

¨                  El verbo debe estar ubicado en el lugar de la tensión.

¨                  El grueso de las sílabas debe estar en el medio del grupo fónico.

¨                  Cuando se realice una enumeración al final del texto, se recomienda que el miembro más extenso de la enumeración sea el último.

Ejemplo de verbo mal colocado que inciden en la comprensión: “En el primer empuje, el jefe del Regimiento de Santiago, cuyo caballo clavado en una bayoneta enemiga, cayó sobre las patas delanteras, quedó fuera de combate”. (Se provoca una anfibología)

En fin, que el ritmo es importante porque el que oye percibe tensiones y distensiones en contraste; los  grupos fónicos lo producen por las pausas entre uno y otro. En otras palabras: el ritmo de la prosa no implica medición de tiempo porque sus divisiones son de tipo sintáctico.

Arcaizante: quedó solo como forma estilística a partir del sigloxx y se llama así porque quiere parecer arcaica. Se refiere al empleo del enclítico con verbos antepuestos. Ej: “…Veíase el arpa”

3.- Relación entre coherencia y ordenamiento de las ideas en el texto.

Todo texto debe partir de una macroestructura semántica construida sobre la base del ordenamiento lógico e integración de las ideas que se desean comunicar y que conducirá inevitablemente a la coherencia, basada en la ilación entre la idea central de uno y otro párrafo en función de desarrollar la idea temática general o hilo conductor en la expresión del pensamiento.

Es pues, la coherencia, la relación interna que se establece entre las ideas y comprobamos su existencia, analizando si existe engarce, o sea, conexión entre las partes del texto y, por supuesto, correcta relación entre las palabras. Esta categoría textual pertenece al plano del contenido y se corresponde, en el plano de la macroestructura formal, con la cohesión. Ambas son dos caras de una misma moneda, es decir, se complementan.

El párrafo es un texto que expresa y desarrolla un subtema del discurso, generalmente incluye proposiciones y en él se manifiestan todas las características de la textualidad; de acuerdo con la intención comunicativa del autor, adopta distintos patrones retóricos al ajustarse a su estrategia discursiva.

Cuando el escritor combina varias oraciones dentro de la oración psicológica, trabaja en el marco de la sintaxis y debe manejar adecuadamente los marcadores discursivos y los recursos unificadores, cuidando de mantener la claridad en la identificación de los referentes y logrando las cualidades del párrafo mediante la cohesión. Así, cuando la idea central esté explícita y aparezca al principio, el resto de las oraciones deben demostrar, precisar, comentar o explicar esa idea con el empleo correcto de los nexos intra y extraoracionales, así como con el ordenamiento que más se adecue a las intenciones del emisor. Si la idea central está al centro del párrafo, las oraciones que la antecedan y las que le sucedan deben establecer una especie de movimiento pendular, introduciéndola y sirviéndole de rema o colofón respectivamente. Por último, si la idea central apareciera al final, debe constituir una especie de conclusión o culminación de lo que venía exponiéndose.

Uno de los recursos estilísticos que se emplean para lograr el énfasis en un texto, es la suspensión. Esta consiste en invertir el ordenamiento de las ideas de modo que se expresen primero las más ajenas al núcleo significativo, el cual ocupará la posición final.

Ejercitación para el Taller

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