Postgrado Periodismo Deportivo: “Diana, entre látigos y fustas”

Por Javier Rodríguez Perera (Cuba) – javier.rodperera19@gmail.com

La Habana, Cuba, 25 de abril de 2016.- Entre látigos y fustas estuvo durante casi dos horas Diana. Fue testigo ocular de la indetenible avalancha de golpes que un cuarteto de Domadores cubanos les propinaban a unos inermes Guerreros mexicanos, cuya función en el cuadrilátero de la Ciudad Deportiva habanera se traducía a resistir, tratar de resistir de pie el azote que les venía encima. Diana, una de las seis chicas que adornan con su presencia la oncena versión del Postgrado Internacional de Periodismo Deportivo, llegó a ras del inicio del primer cartel de cuartos de final entre estas dos franquicias de la Serie Mundial de boxeo. Era su debut en un espectáculo de esta índole y ni los imprevistos de un jueves vespertino frenaron su asistencia al Coliseo.

En fila vio blandir el látigo al camagüeyano Jhoannis Argilagos, al cienfueguero Robeisi Ramírez, al agramontino Yasnier Toledo y al guantanamero Arlen López, verdugos todos, impíos ante la evidente desventaja de sus víctimas. Me dice que se quedó con las ganas de ver pelear a Erislandy Savón, dueño de una pegada de la cual le han hablado mucho y que ha obligado a varios contrincantes a raspar el suelo, besarlo, contar de uno en uno el paso de los angelitos como efecto de los golpes cáusticos del sobrino del gran Félix.

Allí, entre pelea y pelea, conoce lo que es un jab, un combate de larga y corta distancia y con el gusto sumo que representa dar clases a un principiante, le hago una pequeña historia del boxeo cubano, sus actores del pasado y el presente. Ella es cubana y conoce de vicio a Kid Chocolate y Teófilo Stevenson, aparentemente sus dos símbolos en materia pugilística. No sabe que Cuba cuenta con un largo etcétera en el boxeo rentado de Estados Unidos. Le hablo de Gamboa, Casamayor, Solís, Lara, Rigondeaux, le explico cómo se compone el sistema rentado y algunas de las organizaciones que mueven los hilos a ese nivel.
Contrario al fanático desmedido que grita de pie a sus ídolos, la actitud de Diana al ver triunfar a sus paisanos se reduce a tímidos vítores desde su asiento, como chica mesurada que es. Lo cierto es que estuvo casi toda la velada con las mirillas que son sus ojos tratando de descubrir nuevas preguntas, nuevos conocimientos o nuevas dudas. No es precavida cuando de golpe augura que al otro día la historia será idéntica, solo que en esa ocasión en vez de cuatro verdugos, serán cinco los cubanos que pongan en el “corredor de la muerte” a sus rivales de turno.

No quiere marcharse sin antes llevarse a casa un recuerdo testimonial de la “masacre” que allí vivió. Desanda los alrededores del encerado, ve de cerca el sitio donde los Domadores sometieron a sus desafiantes, en una especie de Inquisición moderna en la que la rebeldía le costó cara a los mexicanos. Una instantánea junto a Robeisi corona toda una noche de intensidad, descubrimientos, de “pan y circo” a lo cubano. Otra foto no menos importante con sus colegas de la Isla y de más de 10 países del continente americano atestiguan una noche imborrable. Así vive una joven periodista deportiva de la Isla por primera vez un cartel de boxeo.

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